Clínex, rímel, post-it y velcro. ¿Sabes qué tienen en común estos cuatro nombres? Que en su origen todos eran marcas. ¿Sabes cómo han pasado a convertirse en palabras de uso común? En este post te lo explicamos.
La función esencial de toda marca (y de cualquier otro signo distintivo) es la de indicar el origen de los productos y/o servicios. Con ella se distinguen en el mercado, de forma que el consumidor pueda asociar, sin lugar a confusión, el producto que consume con la empresa que lo produce. De esta forma, toma sus decisiones de compra de manera informada.
Ocurre en ocasiones que una marca deja de cumplir esta función esencial porque empieza a ser utilizada por el consumidor para identificar tales productos. Esta situación se da con frecuencia. Normalmente, en el caso de productos nuevos o innovadores a los que aún no se les ha asignado un nombre que los designe y defina (por ejemplo, el caso del “velcro”). Tanto es así, que algunas marcas han sido incluso castellanizadas e incorporadas a nuestro lenguaje, como puede ser el caso de los “clínex” (palabra formalmente admitida por la RAE para denominar pañuelos de papel desechables). En el momento de su registro se representaba como “Kleenex”.
Este fenómeno no es un mero uso social, sino que también tiene un nombre jurídico y unos efectos legales. Es lo que se conoce como: vulgarización de la marca. Así, la Ley 17/2001, de 7 de diciembre, de Marcas contempla esta figura en su artículo 54.1.b) como una de las causas de caducidad de la marca:
“Se declarará la caducidad de la marca mediante solicitud presentada ante la Oficina Española de Patentes y Marcas o mediante una demanda de reconvención en una acción por violación de marca cuando en el comercio se hubiera convertido, por la actividad o inactividad de su titular, en la designación usual de un producto o de un servicio para el que esté registrada”.
El principal efecto de que una marca sea vulgarizada es, como adelantábamos, la pérdida de su función esencial. Así, la Oficina (siempre a instancia de parte) acordará entonces la cancelación del registro y, por consiguiente, el signo pasará a formar parte del dominio público y podrá ser libremente utilizado por cualquiera.
La aspiración de toda marca es crecer, expandirse y llegar a ser un signo notorio o renombrado, reconocido a simple vista por el consumidor. Sin embargo, como hemos visto, puede llegar a ser un arma de doble filo si no se toman las precauciones adecuadas que nos lleve a la pérdida de la marca y, con ello, de importantes esfuerzos humanos y económicos.
Si tienes una marca que crees que puede llegar a ser vulgarizada, en PADIMA tenemos la estrategia para proteger el desarrollo de tu marca y de tu negocio ¡Pregúntanos!
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