[vc_row][vc_column][vc_column_text]Queso Manchego, Granada de Mollar, Aceite de Jaén, Vino de Jerez, Turrón de Alicante… ¿Quién no ha disfrutado alguna vez estos productos españoles? Las Denominaciones de Origen (DO) y las Indicaciones Geográficas (IG) están presentes en nuestras vidas mucho más de lo que nos imaginamos. El problema es que el consumidor español medio no está realmente informado de lo que son y de los beneficios que suponen para nuestra cultura y economía.
Es más, si preguntásemos a cualquier persona qué es una Denominación de Origen, difícilmente nos darían una respuesta acertada. Sin duda le sonará el concepto, pero no sabrá exactamente lo que es. “Es algo de vinos, ¿no?”, o quizás se acercarían un poco más definiéndolo como “la marca de una zona o ciudad”.
¿Qué es entonces? Tanto las DO como las IG son certificaciones que garantizan que ciertos productos agrícolas y/o vinícolas reúnen una serie de características especiales derivadas de la zona geográfica de producción y que los diferencian de otros productos de la misma categoría. Por ejemplo, resulta más que evidente que un Queso de Mahón, por su zona de elaboración y modo de producción, no tiene el mismo sabor que un queso “medio” que nos encontramos en el mercado.
El Reglamento Europeo 510/2006 de 20 de marzo de 2006 protege estas dos figuras. A parte, cada país tiene su propia normativa – que debe respetar el Reglamento Europeo – y puede establecer controles oficiales y supervisiones que garanticen el cumplimiento de todas las condiciones.
Teniendo todo esto en cuenta, podemos definir de la siguiente forma estas figuras:
- Denominación de Origen:
Los productos certificados como “Denominación de Origen Protegida” nos indican que dicho producto ostenta una serie de características o calidades especiales derivadas exclusiva o fundamentalmente del medio o la zona geográfica donde se producen, con sus factores naturales y humanos. Es más, por ello las DO incluyen el nombre el lugar específico (Por ejemplo, Miel de Tenerife o Chacolí de Bizkaia).
Los productos certificados como “Denominación de Origen Protegida” contienen el siguiente sello:
Como ejemplos de DO podemos mencionar el Jamón de Teruel, el Queso Manchego, el Mejillón de Galicia o el Azafrán de la Mancha.
Esta figura resulta más exigente que la IG puesto que se requiere que todas las etapas del proceso de producción se realicen en la zona geográfica determinada.
- Indicación Geográfica Protegida.
Esta certificación se diferencia de la DO en que, aunque el producto debe tener unas cualidades, características o reputación atribuibles a la zona geográfica de producción, no es necesario que todas las fases de producción se realicen en dicha zona delimitada.
Los productos certificados como IGP contienen en siguiente sello:
Un ejemplo fácil de entender es el de la ganadería, por ejemplo, el Cordero Manchego, que basta con que cumpla el origen, pero obviamente el resto de las etapas se pueden completar en diferentes lugares. Otros ejemplos de IGP son la Morcilla de Burgos, la Tarta de Santiago o la Alcachofa de Tudela.
Como nota interesante, en la Unión Europea aún no se reconocen las DO e IG de productos no agrícolas (por ejemplo, el mármol de Novelda o el Cristal de Murano) aunque en la Comisión Europea se está barajando la posibilidad de incluir esta figura dentro de la normativa europea.
Actualmente España es el tercer país de la UE con más DO e IG, tan solo nos superan Francia e Italia. Este dato reviste de gran importancia ya que las DO e IG no sólo son un signo distintivo gastronómico de nuestro país, sino que además sirven como herramienta útil para promover el desarrollo socioeconómico rural y aumentar el empleo. Además, suponen tanto una herramienta para los productores como una garantía para los consumidores, ya que certifican la calidad y características de los productos certificados.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]